Red Ecuatoriana de Fe

Ilustración: Liz Valente, Brasil

VOCES DE ADVIENTO Y NAVIDAD FEMINISTAS

Bajar: hacia una espiritualidad en la llanura

27 de noviembre de 2022

Primer domingo de Adviento (Ciclo A)

Texto bíblico clave: Isaías 2, 1-5 (énfasis en el versículo 3)

Reflexión:

Durante muchos años fui una “mujer del monte”. En la iglesia cristiana neopentecostal de la que yo era parte, nos reuníamos en el monte para orar, después de todo, allí, en el monte, estaríamos más cerca de Dios. Dios del cielo, Dios en las alturas, Dios alto y sublime. Cuanto más alto sea el monte, mayor será el esfuerzo por llegar a la cima, mejor seremos escuchados. Dios que se inclina, que escucha las oraciones, pero solo de cerca. La última vez que subí a el monte a orar fue hace ocho años. Nos quedamos durante horas bajo el sol abrasador. Cuando bajamos de allí, me di cuenta de que me había quemado gravemente. Pasaban las semanas y el ardor en mi cuerpo no desaparecía, al contrario, parecía aumentar. Llegó la fiebre y la quemadura se convirtió en una llaga. Unos meses después recibí el diagnóstico: lupus. El sol había sido el detonante de una enfermedad autoinmune que yacía latente en mí. ¿Pero cómo así? ¿Había subido a la montaña a orar y Dios me estaba castigando con una enfermedad? La enfermedad que se propagó en mi piel se propagó aún más en mi mente, porque necesitaba encontrar alguna justificación para explicar ese “castigo divino”.

Una espiritualidad punitiva es una experiencia de fe violenta, que pone en Dios la culpa con la que aprendemos a condenarnos. Para salir de este esquema que calcula bendiciones y maldiciones, me di cuenta de que tenía que bajar del monte. El monte aquí es una representación de una espiritualidad de la distancia, en la que la experiencia de Dios es como un monte que crece cuanto más nos acercamos a Él. El monte que apunta a la cima es la metáfora de una experiencia religiosa que refuerza que cuanto más alto, cuanto más al norte, mejor. Pero una espiritualidad liberadora es aquella que se vuelve hacia el sur, que reduce las distancias, que percibe que la encarnación de Cristo es el monte que se convierte en llanura.

Para subir hay que bajar. Hay que reconocer que la religión del encuentro es aquella que permite que los ojos se encuentren a la misma altura; mis ojos con los tuyos, nuestros ojos con los de Dios.

Preguntas:
¿De qué monte necesitas bajar para encontrarte con el Dios que camina junto a la gente?

Oración:
Dios justo,
En este adviento, bajamos.
Bajamos del monte de la religión del esfuerzo.
Bajamos de las alturas de una experiencia de fe colonizada.
Al Sur, abajo.
Acortamos distancias.
Aplanamos altitudes.
Respiramos aire menos enrarecido.
Es en la llanura en que te conviertes en Dios aquí mismo, Emmanuel, Dios con nosotras.
Amén.

AUTORA:

Reverenda Ana Ester es una teóloga lesbiana-queer-feminista brasileña.
Hizo su maestría y doctorado en Ciencias de la Religión al pie del monte.

Instagram: @anaesterbh

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