Como líderes, lideresas y miembros de distintas iglesias y comunidades de fe, compartimos un profundo respeto a la vida. Reconocemos la dignidad del ser humano como otorgada por Dios y por tanto inviolable. Nuestro compromiso de fe nos lleva a promover la plenitud del ser humano, transformar la violencia en ética del cuidado mutuo y portar un mensaje de paz para todos y todas.
Estamos desafiados/as frente a los altos niveles de violencia sexual, física y psicológica que se ejerce contra las mujeres y niñas en Ecuador. Reconocemos que situaciones extremas como una violación pueden resultar en un embarazo forzado. Frente a esta tragedia consideramos nuestro deber ético acompañar a la víctima con respeto y compasión, apoyarla en la escucha a su conciencia y el discerendimiento de sus opciones, incluyendo la interrupción voluntaria de embarazo como una elección legítima.
Apoyamos la legislación que no obstaculice a las víctimas de violación a actuar según su conciencia informada como a base de su dignidad humana.